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Una decepción llamada Alexandra Roma

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¡Saludos y muchos rebuznos para mis burrilectores de esta y de la otra parte del Atlántico!





Ayer tuve ocasión de pasar una tarde a solas con la guapísima y talentosísima Alexandra Roma (perdonen los ísimos)... 

Y digo a solas, porque decidí, por fin, sumergirme en su narrativa, leyendo Un océano entre tú y yo (Essencia, 2015), dentro de la Biblioteca Nacional de España. Bonito lugar para una cita, ¿verdad? 

Ojo, mi cita fue con el libro, no con la autora... ¡mal pensados!








Yo, en vez de llorar, me hubiera
lanzado al río.



Ya llevo varios años dedicándome a la lectura profesional de libros. Como crítico literario y profesor universitario (y ahora bloguero), he tratado de alejar de mi vida -y de la vida de mis alumnos- textos que, francamente, harían llorar a cualquier payaso o de los cuales poco provecho hay que ventilar (pronto haré una lista de los "insufribles". Paulo Coelho va a la encabeza).







Y luego de leer Un océano entre tú y yo, puedo decirles con toda seguridad que estoy decepcionado...¡decepcionadísimo!... muy triste, cabizbajo, meditabundo, nauseabundo... ¡y ya no abundo más! Paso a explicarme antes de que las del club de fan me pongan bozal.


Tranquis, ya no lloraré


Pues sí. Leer a Alexandra Roma fue una gran decepción. Una gran decepción puesto que esperaba encontrarme con la típica novela romántica -o romanticona- donde se mezcla amor, intriga, sexo, lujuria, investigación, sexo, chicos guapos, chicas guapas, ¿ya dije sexo?, los malos, los buenos... sumado a una mala estructura de la novela, redacción indeseable, personajes tan tópicos como típicos... En fin, todo lo que encuentras en la actualidad, en una suerte de Frankestein -el monstruo, no el doctor- en forma de libro.

¿Y qué culpa tengo de ser tan mono?


Mis garras ya estaban afiladas, pero parece que debo morderme la lengua.


Y es que Un océano entre tú y yo de Alexandra Roma, sin dejar de tener defectos que en algún momento mencionaré, es una novela bien trabajada, con un argumento sólido y con una prosa ligera, sobria, pero sin dejar de ser audaz (me gustó mucho el empleo moderado de los adjetivos y los diálogos muy naturales). 

Puedo confesarles que... ¡disfruté con la lectura!


Foto robada de su facebook



Periodista, empresaria, guionista, escritora... 
y creo que hasta modelo!

Visiten la web de la autora






Sí, ya sé que es una historia sobre una chica guapa que conoce a un chico guapo que da la casualidad que es su guardaespaldas (aquí suena en mi mente I will always love you de Whitney Houston) y que da la casualidad que se meten en líos con la mafia. Sí. Y también hay un beso final. Sí. Pero lo importante aquí es la capacidad narrativa de la autora que permite "engancharse" con la historia y disfrutar de una buena dosis de romanticismo sin caer en el empalagamiento. 

Un océano entre tú y yo es una novela recomendable, con acción trepidamente, personajes cercanos, belleza española por doquier y mucha pasión. Las escenas de sexo son narradas sin excesos, ni florituras, ni poses exageradas del kamasutra. En el siguiente párrafo, me hubiera encantado que la autora pusiera "polla", en vez de miembro. Con ello, completaba la escena altamente salvaje.

Ella no pudo más y, sin ternura ni miramientos, le arrancó la camisa haciendo saltar los botones, que cayeron esparcidos por el barro. Él se tumbó encima y comenzó a devorarle la boca mientras Adriana, apretando las piernas alrededor de su cintura, clamaba por su miembro. (p. 127)

Claro que a veces me chirriaban los dientes con escenas como esta:

Tal vez por ese motivo, y porque con los años poseía esa clase de atractivo en el que se mezclaba su faceta canalla con las de rebelde sin causa, la mitad de las alumnas se derretían por su sonrisa. Siempre había sido considerado el seductor de su clase por excelencia. Todas lo perseguían y discutían entre ellas disputándose su atención. (p. 111)

Pero luego me contentaba con momentos muy bien logrados como este:

Y sin darle tiempo a decir nada, se puso de puntillas con ímpetu y, atrayéndolo con fuerza hacia ella, lo besó con rabia en los labios, devorándolos sin piedad, sin importarle qué oía a su alrededor. Al ver que él no respondía y se quedaba estático, sintió inquietud y el temor de haberse equivocado, pero el miedo le duró el segundo que tardó Hugo en olvidarse de reprimir sus instintos, pegarle un puñetazo a la razón y darle vía libre al sentimiento (pp. 283-284)
O con momentos en que salían menciones al Quijote (p. 22) y a El principito (p. 125) que le dan un fresco aire pop al relato y que me hicieron emocionarme (sí, también tengo mi corazoncito). Un logro muy bien ubicado.

Desde La oreja del burro doy mi enhorabuena a Alexandra Roma por haber sido una "deliciosa e inesperada decepción", que ha ayudado a que me interese más por descubrir este género de novelas. 

Hay cuestiones que mejorar, pero estoy muy, pero muy seguro de que a la autora le sobra talento. No me sorprendería que, dentro de nada, se ubique como un referente inamovible de la romántica española.

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