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Cómo hacer una buena introducción y no morir desde el inicio

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    A usted, novel escritor, desde ya le asalto con un par de preguntas: 1. ¿Cuánto tiempo dedica a la corrección de su texto?, y 2. ¿Pide consejo a alguien con ciertas nociones de corrección textual?



Obviamente, no creo que usted se lance al ruedo literario sin un mínimo de preparación o de revisión ortográfica. Sin embargo, por si las moscas, pues de todo he visto y leído en las viñas de Amazon, Kindle y Facebook, le dejo mi anuncio. ¡Cobro baratito!



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   Bueno, ya dejo los rebuznos publicitarios y voy al grano, al meollo, a la raíz, al punto cardinal, al punto G de este articulillo. 



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Tranqui, don Micky, que ya no le jalo los huesos
   Como parte del proceso de escritura, toda buena introducción es, por distintos aspectos, de vital importancia: puede enganchar o no al lector, situar la acción, presentar a los personajes... ¡o echar por tierra toda nuestra historia! 

    Solo imaginen una "intro" del Quijote totalmente diferente al archisabidísimo


En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...


   ¿Qué tal si hubiera iniciado algo como


  En el año 1516, en el pueblo Argamasilla del Alba, que se encuentra en la Mancha, pero de cuyo nombre no quiero acordarme...

   Para no seguir molestando a don Miguel y porque, digámoslo alto y claro, superar su obra va a estar muy, pero que muy complicado, escribiré mis rebuznos alrededor de otro gran escritor, aquel que escribió la brillantísima introducción de Cien años de soledad (sí, admito que pongo el listón muy alto, pero es que de los mejores se aprende lo mejor). Aquí la transcribo (el subrayado es intencional):







    Seguramente usted, paciente lector del burrito orejón, me dirá: "¿Pero qué de bueno tiene esta intro?", "¡No me engancha!", "¡Bah!, es solo tu opinión personal".... Pero yo no hablo de gustos, de colores, ni de opiniones personales (de eso ya se encargan ciertos libérrimos blogueros). No señores. Yo aquí les fundamentaré por qué considero este inicio como una obra maestra. Vamos por patadas... perdón, paso a paso:

Muchos años después... Con tan solo tres palabras, García Márquez nos adelanta de sopetón en el tiempo, sin necesidad de contarnos tooodo lo que sucedió "muchos años antes". Ese salto o "vacío narrativo" (también llamado forward) es, a todas luces, intencional, pues todo aquello que sucedió "muchos años antes" es... ¡la obra! (o parte de ella, que por algo la historia dura cien añazos!!). Además, noten cómo le da vuelta al inicio de los cuentos de hadas. Frente al "Hace muchos años" o "Muchos años atrás", el autor prefiere ir hacia adelante. O sea, ¡una historia contada al revés!

En el pelotón de fusilamiento... Bueno, si alguien no se intriga con esto... ¿Qué ha hecho este coronel para hallarse en tal situación?, ¿lo matarán o algo inesperado ocurrirá, salvándolo?... ¡No lo sabremos hasta muchas páginas después! García Márquez nos mete de lleno en un hecho dramático, sangriento, y sin embargo...

Había de recordar... ¡No nos cuenta inmediatamente lo que va a suceder! García Márquez juega con nuestras emociones y, para dar más tensión al momento, nos introduce en la mente del, quizás, futuro fusilado. Y lo que es aún mucho más desesperante, ¡regresa en el tiempo! Ese flashback, producto del recuerdo, sumado al anterior forward nos está mareando, ¡nos lleva de un lado a otro!

Sí, este burrito ya se está emborrachando de tanto ir y venir.

Y ahora, ¿a dónde nos llevará la historia?

Tarde remota... el mundo era reciente... carecían de nombre... ¡Tan lejos nos ha llevado! Casi, casi estamos asistiendo a la creación del mundo. ¡Y no es para menos!, pues el autor reescribe el mito de la creación cristiana, aquel momento en que Adán tiene que darle nombre a las cosas. 

¿Y cómo se llama ese nuevo mundo?

Macondo era... Aquí seré breve, porque sobre Macondo hay kilómetros de ensayos e investigaciones. Solo les pediré que se fijen en el verbo "era", porque esta ciudad ya no volvería a ser lo que alguna vez fue: un paraíso. Además, tomen apunte de cómo describe a la, por entonces, aldea: ¡la va reduciendo hasta la comparación con los huevos prehistóricos!, ¡huevos prehistóricos!

Entonces... la modernidad, el avance tecnológico y las leyes simbolizadas en "el fusilamiento" se ven fieramente críticadas frente a lo que fue la aldea. García Márquez sutilmente nos comunica un deseo de retornar a la infancia de la humanidad, donde todo era tan reciente, ¡tan humano! Civilización frente a la barbarie... ¿o es que la civilización es mucho más bárbara?

El coronel Aureliano Buendía... Este alto mando militar, en el momento en que su vida está por terminar, recurre al recuerdo infantil, con su padre, ¡el fundador de Macondo! Con ello, el autor nos enfrenta a los sueños y las metas rotos, y la esperanza contenida en una infancia ya acabada. La vida es un viaje sin retorno.

Desde el inicio y en pocas líneas, García Márquez ya nos informa de qué irá la obra: del tiempo. Cien años de soledad es, sobre todo, otra visión de cómo se vive el tiempo, mágico, maravilloso, pero también frustrante, triste.


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