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¡Qué buen culo tienes!

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Katia Palma

¡QUÉ BUEN CULO TIENES!

   Dentro de todos los dramáticos cambios que vienen ocurriendo -modificación de valores, ruptura de límites, preeminencia del yo, etc.-, me llama poderosísimamente la atención la defensa por el respeto al individuo, ya sea hombre, mujer, negro, indio, europeo, homosexual o político. 



   Claro está que aún hay un largo camino por recorrer y un sinfín de cabezas duras por romper. Sí, hay muchos con la cabeza tan tonta que todavía creen que pueden y deben meterse en la vida de los demás o, lo que es peor, abusar de otros seres a los que se considera como inferiores o indignos de respeto. Sobre ellos, ya aconsejé mandarlos a la mierda en este recomendadísimo artículo: ¡Ándate a la mierda!

   Una de esas apuestas por el respeto a la persona es la lucha contra el acoso, ya sea público o privado, ya sea del hombre hacia la mujer o viceversa. Es hora de olvidarnos de esa asquerosa costumbre de piropear o decir frases subidas de tono a cualquier ser humano que se nos atraviesa, con la excusa de su hermosura física. 


Winnie Harlow. ¿Otro canon de belleza es posible?

   Por eso es lamentable ver que, en pleno siglo XXI y en un programa ampliamente visto, Katia Palma suelte tan orondamente frases como esta: Yo soy: Katia Palma y "qué buen culo" (las autoridades aún no han dicho nada), que un congresista -sí, un Padre de la Patria- exponga argumentos como este: Martín Belaúnde y las chicas en bikini, o que un famosillo se crea con total libertad de expresar sus morbosidades: José Luis Rodríguez acosando a concursantes 


Un viejito muy caliente. ¿Alguien le tira un poco de agua?

   Lo más triste de todo esto es que el acoso ya está institucionalizado, es decir, las personas todavía asumen que es normal, que es gracioso, que todas las chicas o chicos deben ser piropeados y que, si alguna vez nos piropean, debemos sentirnos agradecidos (en el video anterior, las mujeres ríen y dicen "gracias", mientras los otros jurados también se ríen). Como muestra, dejo unos lamentables comentarios al video de José Luis Rodríguez acosando a concursantes:




   
   Señor o señora, tranquilícese. Las personas guapas y bellas no van a morir si usted nunca les dice:

¿Algún piropo para Betty?


¡Qué bonitos ojos tienes!
¡Qué curvas!
¡Eres un ángel caído del cielo!
¡Papito, qué rico que estás!
¡Mamita, me encantan tus piernas!



 
 
   Y esté totalmente seguro que usted no se va a morir de excitación, de orgasmos fallidos, de incontinencia o de buena educación al no soltar frases de este tipo, por muy bonitas que a usted le parezcan. 

Así como no tiene ningún derecho para insultar, tampoco tiene derecho o carta libre para piropear. 


   Aquí recomiendo la serie Mad men, ambientada en los machistas años cincuenta. En ella, las mujeres deben sonreír y agradecer por todas las invitaciones o piropos que sus jefes les lanzan, pues no sirven para otra cosa de mayor valía. Después de ver el primer capítulo, ustedes se darán cuenta lo poco que hemos cambiado.



   ¡Hasta el mismo Miguel de Cervantes escribió en contra del acoso! Sí, aunque parezca anacrónico, en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de 1605, el Manco de Lepanto nos hace reflexionar a través del reclamo de la pastora Marcela. Su belleza había enamorado a Grisóstomo, quien termina suicidándose pues ella no acepta sus "piropos". Claro que aquí todos los hombres saltaron, lanzándole insultos por no haber correspondido al amor puro y sincero del joven enamorado. Marcela se había convertido en la mala de la película, mientras que Grisóstomo era el ejemplo  a seguir. Marcela responde con un razonamiento que tiene una increíble validez actual y contiene una fuerte crítica para una época en que la mujer era poco más que un objeto:

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis, decís, y aun queréis, que esté yo obligada a amaros.
Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable (o sea, digno de ser amado); mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. 

   En palabras de hoy en día: ¿qué esperamos al lanzar piropos?, ¿que la mujer o el hombre nos agradezca o, aún mejor, se lance a nuestros brazos, invadidos de amor por nosotros? 

   Y si nadie nos hace caso, por mucho que estemos rogando, ¿nos suicidaremos como Grisóstomo?, ¿llamaremos víbora o canalla a quien no ha cedido ante nuestros encantos?


Este burrito se declara a favor del respeto por la vida de todas las personas.

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