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Lo que Perú le dio al Che Guevara

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LO QUE PERÚ LE DIO AL CHE GUEVARA

Todo el mundo sabe quién fue Ernesto "Che" Guevara, figura importante en los movimientos revolucionarios latinoamericanos de mediados del siglo pasado. Sin embargo, pocos saben que dos escritores peruanos tuvieron un papel central en la formación de su pensamiento y conciencia solidaria: César Vallejo y José Carlos Mariátegui.



Fundamental en el
pensamiento latinoamericano


No me extenderé mucho; solo les dejaré este segmento de Diarios de motocicleta (2004). Disfruten de la película y de cómo, al llegar al "corazón de América", el "Che" Guevara comprende cuál es su misión en esta vida, gracias en parte a la ayuda del doctor peruano Hugo Pesce, "lo mejor" que el futuro caudillo encontró en el país.

Ver video:
Che Guevara, Vallejo y Mariátegui





De paso, les dejo con la vibrante despedida del "Che" Guevara a su esposa, parte del documental "Che" un hombre nuevo (2010) de Tristan Bauer. Guevara inicia con estas palabras: "Esto es lo único verdaderamente íntimo mío e íntimamente conocido de los dos que puedo dejarte ahora". ¿Y qué es eso verdadermante íntimo? Pues, "Los heraldos negros" del ya inmortal César Vallejo. 

Disfruten. Está permitido emocionarse: Che Guevara recitando a César Vallejo


Vallejo, tú sí sabes!





Por si acaso, si aún no han leído "Los heraldos negros", se los dejo transcrito aquí:







Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!

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