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CAPERUCITA HA SIDO VIOLADA

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CAPERUCITA HA SIDO VIOLADA

Caperucita, Perrault, Grimm, violación, cuento



Han traspasado montañas, ríos, mares... y han pasado de boca a oreja en muchas generaciones, al punto de convertirse en muestra de sabiduría. Los cuentos mantienen aspectos positivos de la vida a través de risas, lágrimas e imprevistos finales. No importa si existen las hadas o los duendes, solo nos dejamos arrastrar por el “érase una vez…” y el “vivieron felices para siempre”... hasta que nos enteramos de que Caperucita había sido violada.




Muchos hemos crecido escuchando las aventuras de Caperucita roja, la inocente niña que va a visitar a su abuelita enferma y debe enfrentarse al lobo feroz. Este cuento se hizo conocido gracias a las versiones de Charles Perrault y de los hermanos Grimm. Sin embargo, la historia de Caperucita ya existía en la tradición oral, quizá desde el Medioevo.

Caperucita platicando con el lobo

En la versión de Perrault, "Little Red Riding Hood", el lobo se come tanto a la abuela como a Caperucita, sin que nadie llegue a rescatarlas. 

Lo que usted tal vez desconoce es que Caperucita se desnuda. Sí, esta niña se quita la ropa y se acuesta con el lobo, claro, creyendo que era su querida abuelita. Sin embargo, Caperucita ya sospechaba de los rasgos poco femeninos y humanos de la "abuelita". He aquí el conocidísimo interrogatorio:


-Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
-Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
-Es para oírte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué ojos tan grandes tiene!
-Es para verte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
-¡Para comerte mejor!

Tal tensión sexual, con actuales matices de pedofilia, termina con Caperucita siendo "comida" por el feroz animal. Así, pues, en la versión inicial, Caperucita fue más que violada.

Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.
Esta interpretación sexual se confirma con la moraleja final que escribió Perrault. En ella, él advierte a las señoritas que tengan cuidado con tanto "lobo" suelto por ahí. Vamos, una advertencia tan genuina como cotidiana:


Moraleja

Aquí vemos que la adolescencia,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa. 

Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.



Caperucita versión Crepúsculo... o algo así

Estas versiones no son para niños


En una versión británica, Caperucita, a punto de verse atacada por el lobo, empieza a gritar y es salvada por su padre y otros leñadores. 

En una adaptación francesa, el lobo se dispone a abalanzarse sobre Caperucita, cuando entra por la ventana una avispa y le pica en el hocico. Los alaridos de dolor del lobo alertan a un cazador, el cual dispara una flecha que atraviesa la oreja del lobo y lo mata en el acto.

Tal vez la más siniestra de todas las versiones surgió en Inglaterra a fines del siglo XIX. Este cuento popular termina con el lobo reuniendo la sangre de la abuela en botellas, con las que después invita a beber a la confiada Caperucita.

Los hermanos Grimm aportaron otra versión, la única en la que la abuela se salva: el lobo satisfecho de haberse comido a la abuela y a Caperucita, se queda dormido. Sus sonoros ronquidos llaman la atención del cazador, que entra en la casa, se da cuenta de lo ocurrido y abre el vientre del lobo con unas tijeras. Aparece en seguida Caperucita, que exclama: “¡Qué oscura estaba la barriga del lobo!”. Después hace su aparición una abuela despeinada y silenciosa, y finalmente el lobo es expulsado de la casa.


A pesar de la sencillez de su estructura narrativa, en “Caperucita roja” se esconden algunas de las preocupaciones fundamentales del ser humano, especialmente en su etapa infantil: la familia, la moral, el paso a la madurez, las relaciones sociales, etc. Estas cuestiones aparecen sintetizadas en una moraleja final, puesta inicialmente en boca de la madre: “no hables con extraños”. 

De este modo, vemos cómo estas preocupaciones de carácter universal –entre otros rasgos– aporta una especie de intemporalidad al cuento que ha hecho que perdure y se mantenga hasta nuestros días.




Finalmente, recomiendo la lectura de Psicoanálisis de los cuentos de hadas, de Bruno Bettelheim. En cerca de quinientas páginas, el Dr. Bettelheim realiza una serie de interpretaciones, desde la óptica del psicoanálisis, de "Blancanieves", "Ricitos de Oro", "Hansel y Gretel", "Cenicienta", etc.



Colorín colorado, este artículo ha terminado
.



Bonus Track

El dramaturgo alicantino Rafael González Gosálbez escribió en 1994 la obra Yo violé a Caperucita y luego la maté, título directo para que quede bien claro el asunto.



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