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Creo que se entiende la idea |
Con candoroso embeleso
y rebosando de alegría
me pides morena mía
que te diga: ¿qué es un beso?
Un beso es el eco suave
de un canto que más que canto
es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.
Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.
Un beso es......... no seas loca.....
¿por qué me preguntas eso?
¡junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!
(Federico Barreto)
Desde mi asnal postura, he de decir que toda literatura tiene por obligación mostrarnos un lado poco conocido de nuestra conducta, de nuestro pensamiento y del universo. De ahí que toda literatura es, en el fondo, una ética, una forma libre e íntima de contemplación que, a su vez, incluye un acto de amor, de desprendimiento hacia el lector, en cuanto que el autor lo hace partícipe de ese hallazgo personal. Por tales motivos, siempre pido respeto al arte literario y un auténtico compromiso a todos sus participantes (autores y lectores incluidos).
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A Jesusito le gusta esto |
Y tan aleccionador puede ser ese hallazgo que no necesitará más palabras que las justas y necesarias. Lean con atención este muy conocido haiku, poema japonés tan breve como un suspiro:
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Mi ranita ya no quiere saltar |
El viejo estanque
Salta la rana
Sonido del agua
¡Pero qué poema más simple!, ¿verdad?... Sí, y justamente en la simplicidad radica su belleza. Es nuestro deber, como lectores, desentrañar las intenciones ocultas tras ese salto de la rana dentro del viejo estanque. ¿Acaso el estanque, la rana saltarina y el sonido del agua son símbolos, metáforas o alegorías? Les voy avisando que sí, pero aquí no haré ningún otro comentario o interpretación. Dejo a mis fieles y cultísimos lectores esa tarea y, ojalá, compartan sus hallazgos con este burrito.
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Pues, aquí, ejercitando el cerebro |
No dude, carísimo lector, que ese vibrante hallazgo también puede vislumbrarse en el lado oscuro de nuestra vida, en lo desagradable y asqueroso que hay en el mundo, como ya he explicado en mi artículo Bendita sea la mierda. Vuelvo a citar a Jorge Eduardo Eielson y su estupendo poemario Noche oscura del cuerpo. En los siguientes versos, ¡el poeta se encuentra consigo mismo a través del proceso de defecación! Ese proceso, al mismo tiempo, le permite integrarse en el todo universal, en la comunión mística... ¡Fascinante!
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Caca será / mas caca iluminada |
Último cuerpo
Cuando el momento llega y llega
Cada día el momento de sentarse humildemente
A defecar y una parte inútil de nosotros
Vuelve a la tierra
Todo parece más sencillo y más cercano (vv. 1-5)
En Memoria de pez, el poeta Maxi de la Peña hace surgir una sabia voz desde las cloacas, desde el sumidero que es metáfora de la monstruosa realidad humana. Al igual que César Vallejo poetizando desde el oscuro dolor humano, en los versos de Maxi el mundo circundante es aplastante, inhumano, podrido... y el poeta no ha encontrado mejor forma que la imagen de la inmundicia, de las cloacas, como sinónimo de este valle de lágrimas... y al ser humano lo caracteriza como... (¡adivinen!)
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Cómprenlo antes de que se les olvide |
Sumidero
Hablas desde las cloacas
por eso tu voz suena infinita.
Te sumergiste en el agujero
donde el eco nace y se esparce,
en el lugar preciso.
Te escondes del escenario que te aplasta,
un andamiaje oxidado,
hasta que los huesos del laberinto
sean arrojados al sumidero.
Todos los monstruos
de piel humana serán ajusticiados
por su propia inquisición.
Finalmente, dejo unos versos del poco conocido, pero estupendo poeta Carlos Germán Belli. Sus poemas son ásperos, dolorosos, como reflejo de un mundo traumatizante. El yo poético usa la máscara del ser fetal, del imperfecto, del inválido, pues así se siente diariamente en el "claustro terreno"; un ser que espera ser aventado desde el monte, como los antiguos griegos hacían con los inútiles físicamente. Dejo a su consideración y oportuna reflexión este bello texto. Solo llamo la atención en la aliteración de la "f" del verso inicial:
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Buen poeta, gran amigo |
y sus cejas enarca cuando pasa
del luminoso vientre
al albergue terreno,
do se truecan sin tasa
la luz en niebla, la cisterna en cieno;
y abandonar le duele al fin el claustro,
en que no rugen ni cierzo ni austro,
y verse aun despeñado
desde el más alto risco,
cual un feto no amado,
por tartamudo o cojo, o manco o bizco.
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