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HEMINGWAY EN PIURA

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Foto: biografiasyvidas.com

La playa Cabo Blanco, al norte del Perú, hizo fama en 1952, cuando el norteamericano Alfred Glassell capturó un merlín negro de más de 1000 libras. Un año después, el mismo Glassell obtuvo el récord mundial al pescar un ejemplar de 1560 libras. La noticia dio la vuelta al mundo y atrajo a cientos de pescadores profesionales y aventureros.



Eran las 8 de la mañana del 16 de abril de 1956, cuando el avión Douglas DC-6b de la compañía aérea Panagra procedente de Miami, aterrizó en el aeropuerto de Talara. Era el premio Nobel y trotamundos Ernest Hemingway. Los treinta y seis días que anduvo por Piura quedarían en la memoria tanto de los lugareños como de los periodistas Manuel Jesús Orbegozo (La Crónica), Jorge Donayre Belaunde (La Prensa) y Mario Saavedra-Pinón Castillo (El Comercio).
 
Su obra más célebre es El viejo y el mar (1952), que relata la historia de un pescador cubano, Gregorio Fuentes, fallecido en enero del 2002.  Gracias a esta novela el autor recibió el Premio Pulitzer en 1953 y fue el preludio del Premio Nobel que ganó en 1954. Años más tarde, en 1958, el director John Sturges realizó una película basada en la novela, con el asesoramiento de Hemingway. Se filmó en Cuba, Marruecos y en Cabo Blanco.
Hemingway, su esposa Mary Welsh, Gregorio Fuentes y parte del equipo de filmación se hospedaron en el Fishing Club de Cabo Blanco, exclusivo lugar en el que se albergaron John Wayne, Marilyn Monroe y Cantinflas. Ni bien acomodó sus equipaje, el escritor dispuso todo para salir de pesca abordo del “Miss Texas”. Se untó una pomada en el rostro para proteger su piel, pues padecía de cloasma melánico, una especie de cáncer benigno que le producía una descamación en la frente y en la zona de las cejas.
Todos los días la jornada era invariablemente de diez horas en alta mar y, al caer la tarde, se abrían las botellas de licor dando inicio a la bohemia. Los periodistas debía retornar a Lima; pero antes decidieron hacerle llegar un obsequio: una botella de pisco, en cuya etiqueta le escribieron una breve dedicatoria: Mientras lloren las uvas, yo beberé sus lágrimas. Más abajo, Jorge Donayre dibujó un merlín negro y firmaron los tres periodistas. Hemingway esbozó una sonrisa y sentenció: Yo beberé estas lágrimas y después guardaré la botella.

P.D. A su esposa, Mary Welsh, le encantó el lomo saltado, cuya receta anotó cuidadosamente en su diario.

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